El CeDInCI acaba de recibir una de las donaciones más sorprendentes de su historia. Se trata de un archivo documental de dimensiones colosales  –unos diez metros cúbicos de papel–, para cuyo embalaje y traslado a la nueva sede del CeDInCI fueron necesarias 8 personas trabajando sin descanso durante 7 horas.

Este verdadero tesoro oculto se encontraba en el sótano de un departamento del barrio porteño de Caballito. Había sido reunido laboriosamente a lo largo de toda una vida por un abogado que se llamó Florencio Sánchez, pero sin parentesco con el celebrado dramaturgo rioplatense. Para evitar equívocos, añadía a su nombre de pila la inicial de su segundo nombre; Florencio J. Sánchez.

La historia de esta colección es tan interesante como su contenido. Florencio J. Sánchez (Buenos Aires, 28/12/1924 – Buenos Aires, 13/5/1995) tenía 18 años cuando desde el balcón del segundo piso de su departamento de la Avenida de Mayo al 500 se convirtió en un testigo privilegiado del golpe militar del 4 de junio de 1943. Entendió que iba a tener trascendencia para la historia del país, de modo que desde esa misma tarde compró los diversos diarios que registraron el acontecimiento. Continuó con esa práctica al día siguiente del golpe militar, y enseguida comenzó a comprar también semanarios políticos de diversas tendencias. En su afán por documentar el día a día de la vida política argentina, a partir de ese momento se empeñó en recoger volantes y proclamas que circulaban de mano en mano en las calles del centro porteño.

Conocemos muchos casos de archivistas caseros, que guardan en sus casas durante años diarios de los acontecimientos que los conmovieron, como pueden ser un golpe militar, una movilización popular, la muerte de un líder, el estallido de una guerra, o el retorno de la democracia. Pero Don Florencio J. Sánchez no se limitó a uno o dos acontecimientos, sino que documentó la historia política argentina con una perseverancia de 40 años, dando por concluida su misión el 31 de diciembre de 1983. Tampoco se circunscribió a una sola corriente política, sino que reunió con sistematicidad prensa fascista y antifascista, radical y peronista, liberal y nacionalista, socialista, comunista y trotskista, por mencionar solo algunos “ismos” políticos del siglo XX. No seguía un solo diario, sino que organizaba dossiers por acontecimientos históricos según los reflejaban órganos periodísticos muy diversos, como La Prensa,La NaciónLa RazónCríticaEl MundoCorreo de la TardeClarín y Crónica.

Quizás los títulos más valiosos de la Colección Sánchez sean los que corresponden a las revistas y los periódicos más efímeros, a menudo clandestinos, que publicaron en apenas 5 o 10 entregas. Algunos títulos escogidos al azar nos pueden ofrecer una primera idea: Artículo 14, Alianza, Anticomunista, Abanderada, Bandera popular, C.G.T., Cartón Político, Cascabel, El 17, El Hombre, El 45, El Búho, El Laborista, En Guardia, Equipo, El Gorila, En Lucha, Frente Argentino, Intransigencia, Junta Grande, La Vanguardia roja, Lealtad Popular, Lucha Obrera, La víspera, Línea Dura, La Palanca, Movimiento, Norte, Octubre, Presente, Palabra radical, Palabra peronista, Palabra argentina, Popurrí, Rebeldía, Resistencia, Revolución, Señoras y Señores, Sin tregua, Santo y seña, Tía Vicenta, Tío Landrú, Vísperas, Yo acuso, etc., etc.

La colección se completa con afiches, fotos, banderas, banderines, tarjetas postales, boletas electorales, pines y su precedente: los prendedores que se usaban en las solapas. Además, contiene un sinnúmero de volantes que Don Florencio tuvo el cuidado de datar, con un sello propio, indicando en el reverso en lápiz la fecha exacta y el lugar donde lo recogió. Sobresale dentro de la colección una botella de sidra sin descorchar con una etiqueta que muestra los rostros sonrientes de Perón y Evita, que se obsequió para las navidades de 1946.

En los ’60/’70 el acervo, ya voluminoso, recibió la atención de medios como Clarín, y según una breve entrevista que publicó la revista Panorama en noviembre de 1965, Florencio Sánchez recibió sendas ofertas de las universidades de California y de Pennsylvania para adquirir su colección, pero su decisión fue que permaneciera en el país de modo que quedara accesible a la consulta pública de los argentinos. Falleció en 1995, pero su hija María Teresa Sánchez, abogada como su padre, resguardó hasta hoy este tesoro oculto, que finalmente, gracias a la mediación del amigo de la familia, el abogado Carlos Antonio Sosa, entregó emocionada al CeDInCI, con el consentimiento también de su hija Sonia.

Los tres peones de la Cooperativa de fletes “La Fuerza” no alcanzaban a embalar y trasladar semejante volumen (estimado por un primer inventario en unas 25 mil publicaciones). De modo que el equipo del CeDInCI allí presente –el ingeniero Martín Barba, la directora de biblioteca y hemeroteca Karina Jannello, el doctor en sociología Emiliano Álvarez y los historiadores Ivanna Margarucci y Horacio Tarcus– hizo gala de su integración entre trabajo intelectual y trabajo manual, cargando cajas a la par de los fleteros. Terminamos exhaustxs la mudanza, pero la monumental Colección de historia política de Florencio J. Sánchez ya forma parte del patrimonio documental de los argentinos.